Arte y Teatro en la Antigua Grecia: Estilos, Técnicas y Legado Cultural

A lo largo de los siglos, la Antigua Grecia ha sido celebrada como la cuna de la civilización occidental. No es solo un lugar en la historia, sino un punto de origen desde el cual surgieron ideales que aún hoy moldean nuestra visión del mundo: la búsqueda de la belleza, el equilibrio entre emoción y razón, la participación cívica y la expresión del espíritu humano a través del arte. En este contexto, el arte y el teatro no fueron meras actividades estéticas o recreativas, sino pilares fundamentales de la vida pública, religiosa y filosófica.

El arte griego —escultura, arquitectura, cerámica— constituye una de las más altas expresiones del ingenio humano. Lejos de ser un simple reflejo de la realidad visible, buscaba encarnar un ideal de perfección y trascendencia. Las esculturas no representaban personas comunes, sino héroes, dioses y atletas con cuerpos idealizados, símbolos de virtud y armonía interior. La arquitectura no solo edificaba templos, sino que organizaba el espacio cívico con una profunda conciencia de proporción, luz y función social. Incluso la cerámica, a menudo vista como utilitaria, ofrecía complejas narraciones mitológicas y escenas cotidianas que revelaban la mentalidad griega y su cosmovisión.

El teatro, por su parte, surgió de las festividades religiosas dedicadas a Dionisio, dios del vino, la fertilidad y el éxtasis. Pero pronto se transformó en una poderosa herramienta de reflexión colectiva. En las polis, asistir al teatro era tanto un acto religioso como una experiencia cívica: los ciudadanos se reunían para presenciar tragedias y comedias que abordaban dilemas éticos, políticos y existenciales. Las obras de Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes no solo entretuvieron a su público, sino que lo confrontaron con las pasiones humanas, las leyes divinas, la justicia y la fragilidad del poder. El escenario se convirtió así en un espejo del alma griega, y en un foro donde se ensayaban las tensiones de la democracia naciente.

Este artículo busca adentrarse en la riqueza estética y simbólica del arte y el teatro griegos, explorando sus técnicas, estilos, funciones y transformaciones a lo largo del tiempo. Al hacerlo, no solo nos asomamos a una de las etapas más brillantes de la historia cultural, sino que también descubrimos cómo estos lenguajes siguen influyendo en la arquitectura moderna, el arte contemporáneo, el pensamiento visual y las artes escénicas. Comprender el arte y el teatro en la Antigua Grecia es, en cierto modo, comprender el corazón de nuestra herencia cultural.


El Arte en la Antigua Grecia: Belleza y Técnica

El arte en la Antigua Grecia no solo se propuso representar el mundo, sino interpretarlo a través de una mirada idealizada, racional y profundamente simbólica. Fue una forma de conocimiento, una vía para expresar valores éticos, creencias religiosas y principios filosóficos. Desde los primeros intentos geométricos hasta el virtuosismo helenístico, la estética griega se construyó sobre un ideal de belleza basado en la proporción, la armonía y la mimesis (imitación de la naturaleza). Esta búsqueda incesante de la perfección visual definió tres grandes ramas: la escultura, la arquitectura y la cerámica, todas ellas profundamente ligadas al pensamiento religioso, cívico y antropocéntrico de su tiempo.

Escultura Griega: El Cuerpo Humano como Reflejo de los Dioses

La escultura en la Antigua Grecia fue mucho más que representación anatómica: fue una forma de encarnar el kalós kagathós, el ideal de belleza y virtud. En un mundo donde los dioses eran concebidos con forma humana, esculpir un cuerpo perfecto era también un acto espiritual.

Del arcaísmo al realismo: evolución de un lenguaje estético

Periodo Helenístico (323–31 a.C.): Tras la expansión del mundo griego bajo Alejandro Magno, el arte se vuelve más emocional, teatral y diverso. Las esculturas ya no idealizan, sino que dramatizan: viejos, niños, mujeres, extranjeros y escenas de patetismo humano cobran protagonismo. El Laocoonte y sus hijos o la Victoria de Samotracia destacan por su movimiento intenso y tensión expresiva.

Periodo Arcaico (ca. 700–480 a.C.): Las esculturas arcaicas, como los kuroi (jóvenes desnudos) y korai (doncellas vestidas), muestran una estética rígida, frontal y esquemática. Su función era principalmente religiosa: se ofrecían como exvotos o guardianes de los templos. El llamado «sonrisa arcaica» simboliza vitalidad más que alegría emocional.

Periodo Clásico (480–323 a.C.): Con el triunfo de la razón y el auge de la democracia, el arte escultórico evoluciona hacia un realismo idealizado. Obras como el Doríforo de Policleto materializan el canon de proporciones perfectas, basado en principios matemáticos. Fidias, autor de las estatuas de Atenea en el Partenón y Zeus en Olimpia, introduce un ideal de serenidad divina que marcará el arte occidental durante siglos.

Técnica, materialidad y función

Los escultores griegos trabajaban con mármol, bronce, marfil y oro. El bronce permitía más dinamismo por su resistencia estructural, aunque muchas obras se perdieron al ser fundidas en épocas posteriores. La mayoría de las estatuas estaban pintadas (policromía), lo que desmiente la imagen monocroma que tenemos hoy.

Las esculturas se usaban en múltiples contextos: como decoraciones de templos (frisos, metopas, frontones), como ofrendas votivas, como retratos funerarios o como símbolos políticos en espacios públicos. Eran, en esencia, vehículos de memoria y significación colectiva.

Arquitectura Griega: Geometría, Rito y Espacio Público

La arquitectura griega alcanzó un nivel de perfección técnica y simbólica sin precedentes en el mundo antiguo. No solo albergó cultos y funciones civiles, sino que expresó, en piedra, una cosmovisión entera.

Los órdenes arquitectónicos: lenguaje formal y filosófico

Corintio: El más ornamental, con capiteles decorados con hojas de acanto. Favorecido en el periodo helenístico y en Roma.

Dórico: Austero, sólido y masculino. Sus columnas carecen de base, tienen estrías marcadas y capiteles simples. Representa la fuerza, el orden y la sobriedad del Peloponeso. Ejemplo: Templo de Zeus en Olimpia.

Jónico: Más esbelto y elegante, con columnas sobre base y capiteles con volutas. Asociado a regiones como Jonia y Atenas. Ejemplo: Erecteion.

El templo griego: centro espiritual y matemático del mundo

Los templos eran el epicentro del culto religioso, construidos para albergar la imagen del dios y para recibir ofrendas. Su disposición respondía a principios geométricos estrictos: simetría, axialidad, proporciones basadas en el número áureo.

El Partenón, construido entre 447 y 432 a.C., es el mejor ejemplo del refinamiento técnico griego: sus columnas están ligeramente inclinadas hacia adentro, sus líneas no son totalmente rectas sino curvas sutiles, todo para corregir distorsiones ópticas y lograr una percepción perfecta desde cualquier ángulo.

Espacios públicos y escénicos: arquitectura de la polis

La arquitectura griega no se limitó a lo sagrado. La ágora (plaza pública), el bouleuterion (sede del consejo), los gimnasios y los teatros expresan el espíritu cívico griego. El teatro de Epidauro, por ejemplo, no solo destaca por su acústica y visibilidad perfectas, sino porque fue un espacio de comunión política, religiosa y emocional.

Cerámica Griega: Narración Mítica y Vida Cotidiana

La cerámica fue, además de arte utilitario, un medio de expresión narrativa y simbólica. Miles de vasijas han llegado hasta nosotros y constituyen una crónica visual insustituible del mundo griego.

Técnicas decorativas: un arte narrativo
  • Figuras negras (ca. 700–500 a.C.): Se pintaban figuras con barniz negro sobre el fondo rojo natural del barro. Se completaban con incisiones finas para los detalles. Esta técnica fue popular en Corinto y luego en Atenas.
  • Figuras rojas (desde ca. 530 a.C.): Inversión de la técnica: el fondo se pintaba y las figuras se dejaban en rojo. Permitía mayor detalle y expresión en rostros y movimientos. Atenas fue el centro principal de producción.
  • Estilo de fondo blanco: Usado sobre todo en lekythoi funerarios, más frágiles, con decoraciones delicadas sobre un fondo claro.
Temáticas: entre los dioses y los hombres
  • Mitología: Escenas de los trabajos de Heracles, aventuras de Teseo, banquetes olímpicos, escenas de Dionisio y las ménades.
  • Vida cotidiana: Escenas domésticas, erotismo, deportes, guerra, comercio, música. La cerámica documenta aspectos no reflejados en la escultura o la literatura.
Cerámica como testimonio social

Las vasijas se usaban en banquetes (symposia), rituales religiosos, bodas y funerales. Eran objetos de prestigio y también bienes de exportación masiva, lo que convirtió a Atenas en un centro artístico y económico clave.

Arte como identidad y legado

El arte griego antiguo no fue un lujo aislado ni un pasatiempo de élites. Fue una herramienta de cohesión social, un acto de devoción, una forma de política visual y una pedagogía del cuerpo y el alma. La belleza, para los griegos, era inseparable de la virtud; el arte, inseparable del pensamiento. Hoy, sus columnas, estatuas y vasijas no solo sobreviven como objetos de museo: nos siguen enseñando cómo una civilización puede imaginarse a sí misma a través de la forma y el símbolo.


El Teatro Griego: Arte, Política y Religión
Teatro: el espejo ritual de la polis

En el corazón de la cultura griega antigua, el teatro no fue un mero entretenimiento ni una forma artística aislada. Fue una experiencia total, un arte en el que convergían el mito, la historia, la ética, la política y la religión. Nació en el seno de los rituales dedicados a Dionisio, pero se expandió hasta convertirse en uno de los dispositivos culturales más sofisticados para representar —y cuestionar— la condición humana.

El teatro griego constituyó una estructura simbólica donde se representaban las tensiones fundamentales entre los dioses y los hombres, entre la ley escrita y la ley moral, entre el individuo y la comunidad. En su forma más depurada, el teatro era un acto de contemplación colectiva, un espacio donde se ejercía el pensamiento crítico desde la emoción estética.

El origen sagrado: Dionisio y la transformación

Todo teatro griego remite a una raíz ritual: el culto dionisíaco. Dionisio no era un dios apacible: encarnaba lo ambivalente, lo orgiástico, lo caótico, lo que rompe los límites. En sus festivales —las Dionisias Rurales y las Grandes Dionisias de Atenas—, se celebraban procesiones, sacrificios, cantos y danzas en su honor.

El ditirambo, himno coral extático, fue la semilla del drama. Su progresiva teatralización derivó en la introducción de un hipócrita (actor que respondía al coro), germen del diálogo dramático. Este paso marcó un cambio radical: el mito, antes cantado colectivamente, ahora se representaba como conflicto ante los ojos de la comunidad.

Este origen imprime al teatro griego su carácter ambivalente: es sagrado, pero también crítico; nace del éxtasis, pero se convierte en forma racional; honra a los dioses, pero cuestiona el destino.

Arquitectura del alma y de la ciudad

Los teatros griegos no eran espacios cerrados. Estaban abiertos al cielo, integrados en la naturaleza, enmarcando la experiencia dramática en un entorno que era tanto físico como simbólico. El más famoso, Epidauro, aún hoy asombra por su acústica perfecta y su diseño armonioso.

Sus partes eran:

  • Theatron: «lugar de contemplación», donde los ciudadanos se sentaban en gradas de piedra. No era una audiencia pasiva, sino el corazón de la polis reunido.
  • Orquesta: el círculo donde actuaba el coro. Espacio liminal entre actores y espectadores, entre los hombres y los dioses.
  • Skene: el telón de fondo arquitectónico, donde se sugería el mundo tras la acción (el palacio, el templo, etc.).
  • Parodoi: entradas laterales del coro. Simbolizaban también el tránsito entre el mundo divino y humano.

Este diseño no solo facilitaba la representación, sino que representaba en sí mismo una cosmovisión: la circularidad del cosmos, el equilibrio entre los elementos, la transparencia entre espectador y espectáculo.

Tragedia: el abismo del alma humana

La tragedia griega fue una forma de reflexión filosófica dramatizada. No ofrecía respuestas, sino preguntas. No resolvía los dilemas, los encarnaba. Lo trágico no es simplemente lo triste, sino aquello que nace del conflicto irresoluble entre dos verdades incompatibles.

En Antígona, por ejemplo, la protagonista defiende la ley divina (enterrar a su hermano) frente a la ley de la ciudad (la orden de Creonte). Ambos tienen razón. Y ambos están condenados. Este tipo de dilemas expresan la tragedia como colisión entre valores.

Tragedia: el abismo del alma humana

La tragedia griega fue una forma de reflexión filosófica dramatizada. No ofrecía respuestas, sino preguntas. No resolvía los dilemas, los encarnaba. Lo trágico no es simplemente lo triste, sino aquello que nace del conflicto irresoluble entre dos verdades incompatibles.

En Antígona, por ejemplo, la protagonista defiende la ley divina (enterrar a su hermano) frente a la ley de la ciudad (la orden de Creonte). Ambos tienen razón. Y ambos están condenados. Este tipo de dilemas expresan la tragedia como colisión entre valores.

Comedia: sátira de la polis, lenguaje del pueblo

Mientras la tragedia exploraba lo sublime, la comedia griega celebraba lo cotidiano, lo grotesco, lo político. En su forma antigua, fue una herramienta de crítica mordaz. Aristófanes, su máximo exponente, convertía el teatro en una asamblea lúdica donde se burlaba de todo: políticos corruptos, filósofos pedantes, guerras absurdas, modas extranjeras.

En Lisístrata, las mujeres se niegan a tener sexo hasta que los hombres firmen la paz. En Las nubes, se ridiculiza a Sócrates y a los nuevos sofistas. La risa tenía un poder político: era un modo de señalar los excesos, de desacralizar el poder, de hablar desde abajo.

Pero también había ternura: la comedia mostraba al pueblo griego en su humanidad, en su deseo de amor, de comida, de placer. Era una celebración de la vida, una contracara necesaria del dolor trágico.

Teatro como conciencia política y pedagógica

El teatro en la Atenas del siglo V a.C. era parte de la paideia, la formación del ciudadano. Las obras no solo entretenían, sino que enseñaban a pensar. Formaban parte del calendario cívico. Los espectadores no eran anónimos: eran miembros activos de la polis, que votaban las mejores obras, que participaban del juicio social.

Ver teatro era un acto de ciudadanía. Las grandes preguntas que se discutían en las tragedias —¿qué es la justicia? ¿puede el poder ser virtuoso? ¿cuál es el rol de la mujer?— eran las mismas que se debatían en la asamblea democrática.

Además, el teatro educaba en la emoción. Enseñaba a sentir compasión, a temer por el destino, a reír de uno mismo. Era una escuela del alma, como diría Nietzsche siglos después.

herencia que no cesa

El teatro griego nos dejó mucho más que estructuras escénicas o nombres ilustres. Nos legó una forma de pensar en colectivo, de sentir lo común, de representar la vida en toda su ambivalencia. Hoy, cada vez que un telón se abre, cada vez que alguien encarna un personaje o un público se conmueve, Dionisio sigue presente.

El teatro no ha muerto porque el ser humano sigue necesitando contar historias, compartir dolores y reírse del mundo. Y en ese eco lejano que viene desde el teatro de Epidauro, todavía se oye la voz de los antiguos griegos preguntándose, como nosotros:
¿Qué significa ser humano?


La Transmisión del Conocimiento: De Grecia a Roma y más allá

La cultura griega fue un faro para las civilizaciones que siguieron. Con la expansión del Imperio Romano, muchos de los logros culturales y artísticos griegos fueron asimilados por los romanos. Los romanos no solo copiaron las formas artísticas, sino que las adaptaron, transformándolas de acuerdo a sus propias necesidades y contexto. En la escultura, por ejemplo, los romanos se basaron en las proporciones y el naturalismo griego, pero les añadieron un enfoque más realista, más cercano a la representación de individuos específicos, como los retratos de los emperadores romanos.

De igual manera, el teatro griego no fue simplemente adoptado por Roma, sino que se fundió con las tradiciones romanas, resultando en una forma teatral distinta pero igualmente influyente. La comedia de Aristófanes fue transformada por autores romanos como Plauto, quien incorporó sus propias influencias, pero mantuvo la sátira social y política como base. En cuanto a la tragedia, la obra de los griegos siguió siendo representada, y autores romanos como Séneca se inspiraron profundamente en los dilemas filosóficos y éticos de las tragedias griegas.

Este legado se conservó en gran parte a través de la recopilación y la enseñanza de los textos griegos durante la Edad Media, especialmente por parte de los eruditos islámicos y, posteriormente, durante el Renacimiento. Fue entonces cuando los principios artísticos y teatrales de la Antigua Grecia fueron redescubiertos y se convirtieron en modelos fundamentales para el arte y la literatura europeos.

La Influencia en las Artes Visuales: Desde el Renacimiento hasta el Arte Moderno

La escultura griega no solo influyó en el arte romano, sino que estableció los principios que guiarían la escultura europea durante el Renacimiento. Artistas como Donatello, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci estudiaron las proporciones del cuerpo humano, un principio esencial en el arte griego, para perfeccionar sus obras. La escultura renacentista, como David de Miguel Ángel, claramente refleja la influencia del estilo griego, especialmente en el enfoque en la proporción y la simetría.

Además, los ideales estéticos griegos sobre la belleza y la armonía continúan impactando la escultura y la pintura contemporáneas. La figura humana idealizada, presente en las esculturas de Fidias o Policleto, sigue siendo un referente de la belleza estética y la proporción en el arte moderno. De igual manera, la influencia de la cerámica griega, especialmente en sus narraciones de mitos y escenas cotidianas, se puede ver en los movimientos artísticos que abrazaron el arte narrativo, como el Neoclasicismo y el Romanticismo.

Por otro lado, la pintura de escenas mitológicas y la representación de héroes griegos en la cerámica inspiraron a artistas de todas las épocas. El Renacimiento y el Neoclasicismo revivieron las representaciones de dioses, héroes y escenas mitológicas de la antigüedad, no solo en la pintura, sino también en la escultura y la arquitectura, con grandes monumentos como el Arco de Constantino en Roma o el Panteón de París, que se inspiraron en las estructuras arquitectónicas griegas.

El Teatro Griego: Raíces del Drama Occidental y sus Principios Filosóficos

El teatro griego no solo influyó en las formas de representación, sino que introdujo temas que siguen siendo relevantes hoy en día. La tragedia griega, con su enfoque en los dilemas humanos irresolubles, fue una de las primeras formas de exploración filosófica dramatizada. Los grandes trágicos como Esquilo, Sófocles y Eurípides plantearon cuestiones sobre el destino, la moralidad, la justicia y la naturaleza humana que siguen siendo universales.

Esquilo, con su visión de la justicia cósmica, ofreció una reflexión profunda sobre el orden divino y la venganza. Sófocles, a través de Edipo Rey, exploró la relación entre el individuo y la verdad, el sufrimiento humano ante lo inevitable, y la caída del hombre frente a su propia ignorancia. Eurípides, por su parte, mostró una crítica más humana y psicológica de los personajes, al exponer la fragilidad emocional de los seres humanos y su capacidad para la venganza, como en Medea.

La estructura de la tragedia, con su introducción, desarrollo y desenlace, sigue siendo la base de muchos de los dramas actuales. El principio de «catarsis», propuesto por Aristóteles en su Poética, se mantiene como un concepto esencial en la teoría del teatro moderno: el arte no solo debe conmover, sino también purificar al espectador a través de la experiencia emocional y moral que proporciona la representación de los grandes conflictos humanos.

En el teatro contemporáneo, desde las tragedias modernas hasta las representaciones teatrales contemporáneas, los mismos dilemas universales que los dramaturgos griegos plantearon siguen siendo explorados. Desde Hamlet de Shakespeare hasta las obras de Ibsen, el teatro sigue utilizando el conflicto entre valores y la confrontación con lo trágico para reflexionar sobre la naturaleza humana.

La Arquitectura del Teatro: Un Modelo de Espacio Público y Participación Cívica

El teatro griego fue más que un simple lugar de entretenimiento: fue un espacio público de reflexión y participación cívica. Los teatros al aire libre, como el de Epidauro, no solo estaban diseñados para ofrecer una experiencia visual y acústica perfecta, sino también para crear un ambiente de unidad y reflexión colectiva. En la Antigua Grecia, el teatro estaba estrechamente vinculado a la vida política y religiosa. Las representaciones teatrales eran una forma de que los ciudadanos reflexionaran sobre el destino de la polis, sobre la moralidad, la justicia y los conflictos sociales.

Este concepto sigue siendo fundamental en la arquitectura teatral moderna. Los grandes teatros contemporáneos, como el Teatro Nacional de Grecia en Atenas o el Globe Theatre en Londres, están diseñados para crear una atmósfera de inclusión, donde el público se siente parte del evento. El espacio arquitectónico del teatro se mantiene como un lugar donde las ideas y las emociones se ponen en juego colectivamente, manteniendo viva la tradición del teatro griego como un vehículo para la reflexión social.

Filosofía, Arte y Teatro como Reflexión Social

El teatro y el arte griego también ofrecían una plataforma para la crítica social, una tradición que sigue viva en el arte contemporáneo. Las tragedias y comedias no solo entretenían, sino que cuestionaban las estructuras sociales, políticas y religiosas. Este espíritu de crítica y reflexión sigue siendo un pilar en la creación artística moderna.

El arte y el teatro griegos, a través de su exploración de la moral, la justicia, el destino y la humanidad, nos han dejado una herencia invaluable. Nos han enseñado que el arte no es solo una forma de expresión estética, sino también una herramienta para cuestionar, reflexionar y comprender nuestra propia existencia. Hoy, los principios filosóficos y artísticos de los griegos siguen siendo esenciales para el desarrollo del arte, el teatro y la cultura en general.

El Arte y el Teatro Griegos como la Piedra Angular de la Cultura Occidental

El arte y el teatro griegos fueron mucho más que manifestaciones artísticas; fueron vehículos para explorar lo humano en toda su complejidad. Su legado no solo vive en sus obras, sino también en los principios filosóficos que introdujeron, la forma en que entendían la sociedad y el papel que el arte jugaba en la reflexión colectiva. Su influencia, a través de los siglos, ha seguido marcando la creación cultural en Occidente, asegurando que la grandeza de la antigua Grecia perdure en la memoria cultural de la humanidad.


Conclusión

El arte y el teatro griegos no fueron simples formas de entretenimiento o decoración; fueron manifestaciones profundas de una civilización que buscó comprender al ser humano, su lugar en el mundo y su relación con los dioses, la sociedad y consigo mismo. A través de la escultura, la cerámica y el drama, los griegos construyeron un lenguaje simbólico y estético que capturó la complejidad de la existencia humana: su dolor, su gloria, su deseo de trascendencia y su necesidad de comunidad.

En la tragedia, se abordaron los grandes dilemas morales y filosóficos que siguen vigentes hoy: el conflicto entre el deber y el deseo, el destino y la libertad, la ley divina y la ley humana. En la comedia, se dio voz a lo cotidiano y a lo popular, se utilizó la risa como herramienta política y se reflejaron las tensiones sociales desde la mirada del pueblo. Ambas formas teatrales, aunque opuestas en tono, funcionaban como un espejo de la sociedad, desnudando sus valores, defectos, aspiraciones y contradicciones.

Por su parte, el arte visual, especialmente la escultura, mostró una evolución que va desde la idealización mítica hacia una representación cada vez más humanizada y realista del cuerpo y la emoción. Esta búsqueda de la proporción, del equilibrio y de la belleza trascendió lo puramente estético: representaba un ideal filosófico de armonía entre cuerpo, alma y cosmos.

El legado cultural de este arte y teatro no se limitó a la Antigüedad. Fue absorbido, reinterpretado y renovado por el Imperio Romano, revivido con fuerza durante el Renacimiento, y continúa influyendo en las prácticas artísticas, teatrales y culturales contemporáneas. La tragedia griega resuena en las grandes obras del teatro moderno; la comedia, con su crítica social, inspira a los dramaturgos actuales; la escultura griega sigue siendo modelo de belleza y expresión.

Además, la estructura misma del teatro —como espacio físico y como ritual social— ha dejado huella en la manera en que concebimos el arte escénico: como un lugar de encuentro, de reflexión colectiva, de confrontación simbólica con los grandes temas de la humanidad.

En definitiva, el arte y el teatro griegos son pilares fundamentales de la cultura occidental. Nos han enseñado que el arte puede ser un camino hacia el conocimiento, la catarsis, la crítica y la celebración de la vida. Que el teatro puede ser un foro democrático donde se cuestiona el poder, se revela la condición humana y se da voz a quienes la historia suele callar. Y que en cada estatua, en cada verso trágico o burla cómica, sigue latiendo una antigua pregunta que aún no ha perdido su urgencia: ¿qué significa ser humano?

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